Cuando los servicios de transporte privado llegaron a México, una de sus principales promesas era la seguridad, pero en los últimos meses, los asesinatos de dos jóvenes en Puebla en los que sus conductores de Uber y Cabify podrían estar implicados, han puesto esta promesa en entredicho.  

El caso de Mara Fernanda Castilla y Mariana Fuentes en Puebla han demostrado que no se puede poner la mano en el fuego por todos los conductores, a pesar de que pasaron por unos filtros de seguridad antes de ser aceptados por las compañías. 

En el caso de Uber, los candidatos tienen que pasar por tres pruebas para ser aceptados. En primer lugar, la compañía obliga a presentar identificación oficial, licencia de conducir vigente y la carta de no antecedentes penales. Para verificar que los documentos son reales, Uber cuenta con varios “procesos de auditoría de documentos para validar que sean originales y no hayan sido alterados o duplicados”. 

El filtro de confianza, se realiza por un proveedor especializado y se basa en analizar en más de 500 bases de datos si el candidato no tiene realmente antecedentes penales, finalmente se realiza un examen psicométrico y de comportamiento adecuado, analizando rubros como la percepción ante el acoso, robo, manipulación, soborno, atención al cliente, violencia, trabajo en equipo, inteligencia emocional, honestidad, seguimiento a normas, respeto, inteligencia y proactividad. Sólo el 12% de los candidatos logran pasar el proceso. 

Se han endurecido los procesos de reclutamiento, han añadido nuevas medidas de seguridad en la aplicación y han creado una asociación conjunta para lograr nuevas iniciativas que logren minimizar lo máximo posible los riesgos.  

 

Fuente: Hpertextual